El hechizo procede de las creencias mágicas del Neolítico y viene practicándose desde entonces, a veces de manera abierta y otras clandestina. Era común en sociedades paganas, constituyéndose en actos oficiales de masas promovidos por las autoridades; una actividad que está bien documentada en numerosas fuentes históricas e incluso sobrevive algunas zonas, como las de religión vuduista o chamánica originarias.
Debido a los numerosos registros escritos del antiguo Egipto que se conservan, existen ejemplos completos de hechizos de esta época. En particular, el proceso de embalsamiento y enterramiento, involucraba el uso de numerosos hechizos, que se conservan en el Libro de los Muertos.
Desde la Edad Media, el hechizo fue comúnmente perseguido bajo la acusación de brujería, sobre todo en las naciones que tenían al Cristianismo por religión de Estado. Aún así, de esa época se conservan los encantamientos de Merseburg.

La magia de varita, tal como su nombre indica, requiere de una varita mágica para ser llevada a cabo. Este tipo de magia siempre se acompaña de unas palabras mágicas (conjuros) y de unos movimientos predeterminados con la varita. Un ejemplo sería Harry Potter. En el cuento árabe anónimo Ali Babá y los cuarenta ladrones, incluido en Las mil y una noches: ¡ábrete Sésamo! y ¡ciérrate Sésamo! eran los conjuros o contraseñas utilizados para abrir y cerrar el portón de la caverna del tesoro.
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